19/11/07

Amor de padre

Cuando tu acento escucho, ¡hija del alma!

se me figura el arpa de los cielos,
la voz de los alados querubines,
del ruiseñor los plácidos gorjeos;
y tu respiración más agradable
es para mí, que el aromado aliento
del heliotropo, más que la ambrosía
que Hebe sirviera a Júpiter excelso.
¡Oh!... cuando por las tardes juguetona
en mis rodillas sonreír te veo,
y tus manitas cojo entre mis manos,
y tus facciones cándidas contemplo;
cuando en tus grandes y rasgados ojos
miro brotar el bullidor deseo,
y tus réplicas oigo tan agudas,
y los latidos de tu pecho siento...
superior a los reyes de la tierra
en mi delirio paternal me creo;
y en medio de aquel júbilo sublime
bendigo a Dios y contra mí te estrecho!

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